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INFORME DE PRENSA

16 de agosto de 2018

Asociación Cultural Sanmartiniana de Bolívar: 168° aniversario del fallecimiento del Gral. José de San Martín

Foto de archivo

Adhesión de la Asociación Cultural Sanmartiniana de Bolívar en el 168° aniversario del fallecimiento del Libertador Gral. José de San Martín

La lección MORAL de SAN MARTIN

El 17 de Agosto de 1850,  cerraba sus ojos en un pueblo de Francia, el que pidió explícitamente volver de Europa para cumplir con sus ideales, el que rechazó la lujuria y sus comodidades para poder cumplir sus sueños, el que prefirió dejar la tierra que tanto amaba antes que luchar contra sus hermanos de sangre, el “Padre de la Patria”, el “Libertador de América”, el que cruzó las montañas más altas de América para liberar Chile, Perú y ayudar a la Independencia de Ecuador: don José de San Martin.

En pos de sus ideales, enfrentó muchas veces muy de cerca a la muerte, desde los doce años: rechazó los honores, la comodidad, el dinero, las tentativas que le ofrecían para tener más poder -entre otras cosas-, despreció la venganza y perdonó las ofensas.

Es recordado como un gran General –que lo fue- y por sus enormes triunfos militares- que los tuvo- pero lo que hizo que trascendiera la memoria corta de los argentinos, y después de 168 años de su muerte siga siendo la personalidad más destacada, respetada y recordada, fue la enorme LECCION MORAL que nos dejó como legado.

San Martín fue un MAESTRO. Y eso implica enseñar. Y enseñar es mostrar para demostrar y demostrar qué se es, para poder enseñar. Esto implica EDUCAR CON EL EJEMPLO.

Y para exigirle a sus hombres, a sus oficiales y a su pueblo que solamente se podía ser libre desde la humildad, desde la decencia, desde la austeridad, y desde la justicia, toda su vida la dedicó a hacer docencia mostrando desde el ejemplo propio, cuál era la conducta a seguir. No se puede tener un país grande si quienes, desde la altura del poder, desde la superioridad del mando, no nos enseñan el camino a seguir.

Siendo jefe del Regimiento de Granaderos a Caballo, el gobierno ascendió a Teniente a Manuel Escalada. Inmediatamente (San Martín) solicitó se deje sin efecto el ascenso porque no era ético que Escalada ascendiera en el regimiento en el que él era jefe, siendo que Escalada era su cuñado.

Siendo gobernador de Cuyo donó la mitad de su sueldo para el Estado, porque las arcas fiscales estaban exhaustas. Cuando su sueldo no alcanzaba para mantenerse junto con su familia, vendió unos muebles. El Cabildo de Mendoza le devolvió la integridad del sueldo para que pudiera mantenerse, pero lo rechazó: “mis necesidades están más que atendidas con el medio sueldo que gozo...”  Consecuente con esta línea de pensamiento rector, fue la circular al pueblo cuyano en 1815: “Es llegada la hora de los verdaderos patriotas...basta de ser egoístas … A la idea del bien común y a nuestra existencia, todo debe sacrificarse. Desde este instante el lujo y las comodidades deben avergonzarnos...”

Para emprender la tarea de liberar a Chile, como gobernador impuso una férrea disciplina a todo el pueblo cuyano, que implicó el aumento y creación de impuestos y la rebaja de salarios (empezando por el suyo propio) pero ...” sus exigencias no alcanzaron a los maestros. Así en la distribución de los ingresos obtenidos por la Aduana, las sumas destinadas a los maestros de primeras letras y al preceptor de latín, se mantuvieron intactas...”

Luego de Chacabuco, el gobierno de Mendoza le regaló una chacra, aceptó la donación, pero para que fuera a su vez distribuida entre los hombres que habían combatido valientemente por la libertad de Chile, una clara forma de mostrar y enseñar que, por más que fuera un “militar afortunado” su tarea no hubiera sido posible sin los miles de hombres valientes y esforzados que – anónimamente - lo siguieron.

Cuando el Cabildo de Santiago de Chile le regaló la suma de $ 10.000, los donó para la creación de una biblioteca Nacional por cuanto “la ilustración y el fomento de las letras es la llave maestra que abre las puertas de la abundancia y hace felices a los, pueblos...” resignando un premio que legítimamente le hubiera correspondido (y al cual otros no renunciaron), en aras de generar saber en los demás.

“La austeridad debe comenzar por casa” la volvió a demostrar a su regreso de Buenos Aires en 1817, los chilenos le regalaron una vajilla de plata que rechazó cortésmente diciendo “no estamos en tiempo de tanto lujo, el estado se halla en necesidad y es necesario que todos contribuyamos a remediarla. Por lo tanto, pongo a disposición de VE dicha vajilla, así como el sueldo que se me tiene señalado por este Estado...” Entonces, el cabildo de Santiago de Chile le regaló una chacra y como ya no podía rechazarla, la aceptó, pero donó un tercio de la producción para “el mantenimiento del hospital de mujeres en Mendoza y la dotación de un vacunador que, recorriendo la provincia, la liberte de los estragos de la viruela”

Siendo gobernante del Perú, no solo declaró la libertad de los negros y la igualdad de derechos de los indios, sino que estableció por primera vez en América, las asignaciones familiares disponiendo por decreto que los dueños de esclavos libertos que fueran a la guerra, abonaran a la esposa y a sus hijos una suma de dinero que alcanzara para su manutención y educación hasta la mayoría de edad.

Donó sus libros al gobierno del Perú para la fundación de la Biblioteca Nacional, diciendo “la biblioteca, es más poderosa que nuestros ejércitos para sostener la independencia” Como gobernante peruano, también se preocupó por la falta de escuelas y, ante la carencia de recursos del Estado propició la instalación del sistema lancasteriano para la enseñanza de las primeras letras, obra que se llevó a la práctica al fin de su mandato en 1822.

Lo acusaron de ladrón, de querer coronarse Rey, de déspota y sanguinario, de vicioso y ambicioso. No recurrió a la venganza, aun pudiendo haberlo hecho, sino que eligió alejarse hacia el silencio, donde permaneció hasta su muerte.

Siendo presa en una época, de dificultades económicas y de salud que casi lo llevan a la muerte, le escribía a su amigo O’Higgins respecto de las calumnias que recibía: “Les dimos la libertad y la independencia y vea usted cómo nos agradecen…ah pícaros, si supieran cómo vivimos, tendrían algo más por qué agradecernos…”

Su última gran lección moral, fue el perdón: “Es necesario tener toda la sabiduría de un Seneca o la imprudencia de un malvado para ser indiferente a la calumnia. Esto último es de menor importancia para mí, pues si no hay medio de olvidar las injurias (porque depende de mi memoria) a lo menos he aprendido a perdonarlas, porque este acto depende de mi corazón" 

Grande fue cuando el sol lo alumbraba, y más grande a la puerta del Sol.

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