Por Lorena Palacio

Miki, el niño que -en su infancia- soñaba con volar, docente de filosofía, escritor, cineasta, multifacético. Un hombre atravesado por el arte, la política, la conciencia de clase y la ternura. Hablamos con él y nos sumergimos en la historia de esta película maravillosa que cuenta la vida de Sonia, una mujer que lucha para darles un futuro mejor a sus hijos.

SU INFANCIA EN EL BARRIO “LA MAQUINITA”

“Yo he pasado diferentes etapas de mi vida, desde que tengo uso de razón. A los cuatro o cinco años vivíamos muy bien y después muy mal, son las cosas que pasaron, historias personales, por supuesto.

Soy del barrio ´La Maquinita´, del barrio Ferroviario. Cuando éramos chicos, era un barrio obrero. Había una movilización de trabajadores constante. En la esquina de mi casa estaba la embotelladora de la Crush, del otro lado estaban los talleres de ferrocarril, 200 personas trabajando ahí. A la vuelta estaba La Marañón, del otro lado estaba el Molino. Cuando salía a la calle de pibe, chiquito, era un mundo de trabajadores en marcha.

Ese fue nuestro universo, un lugar fundamental de los primeros años, de la experiencia de vida, que es maravilloso”.

LA ESCRITURA UNA GRAN PASIÓN

“Siempre me gustó la idea de poder escribir. En la escuela primaria escribía pequeños cuentos y en la adolescencia ya quiero ser escritor. Todo se trata también de laburo, de sacrificio, de ir aprendiendo este oficio.

Y recién- a partir de los 40 años- empecé a escribir como la gente, mi primera novela. Necesitás experiencia como dice Cortázar; algunos son primerizos y hacen cosas bárbaras de jóvenes, pero es una cuestión de maduración, de experiencia de vida, de tener un tránsito en los años, en la vida, en la memoria. Yo me fui a estudiar filosofía precisamente para trabajar todas esas cuestiones”.

EL LARGO RECORRIDO DE “LA SUTILEZA DE LAS FORMAS”

Este proyecto llevó mucho tiempo. Tal como lo define Miki es “Cine independiente, pero independiente. Es  un largometraje, como te decía, escribir novela, pasar al cine, la posibilidad de poder filmar ahora con un pequeño equipo, con una cámara de foto, obtener una calidad de cine independiente, una calidad espectacular, con algunas herramientas que tienen su valor pero que están al alcance.

Este es el quinto largometraje que dirijo y escribo.

´La sutileza de las formas´ empezó a pergeñarse hace cuatro años atrás. Tuvo una etapa de pre producción que tiene que ver con la escritura, las locaciones, quienes van a trabajar. Luego tuvo un tiempo de rodaje que fue muy rápido, rápido en el sentido de que en un mes –nosotros- rodamos la película, la filmamos en Bolívar, Urdampilleta, en la ruta. Tiene muchísimas locaciones.

Es una película colectiva. Nos llevó muchísimo tiempo, vino la pandemia, después se fue trabando toda la parte de edición y pudimos -después de tres años-  poder cerrarla y la presentamos. Se estrenó en el Festival de Cine Leonardo Favio”.

Respecto de la música “había un tema que ya estaba hecho, de Milena Plácido, ´En la ruta´ se llama  y ese tema tenía que ver con las imágenes, con la idea que estaba ahí, con el pulso de la película. Luego colaboraron Renzo Martínez y Agustín Rusillo, eso sí lo grabamos. Son pibes geniales, cero egos, buenísimos y que construyen música. Es hermoso poder trabajar y conducir un colectivo artístico de esta forma”.

BOLÍVAR Y LA ESCENA MUSICAL

“Bolívar tiene una escena musical ahora que, yo que tengo casi 60 años, no conocía ni de pibe, ni en los 80 tampoco. Acá hay músicos de un nivel altísimo, un florecimiento de la cultura que va por abajo, subterránea. En todos los pueblos -como el nuestro- hay artistas en diferentes ramas del arte, de la música, de la actuación, que están en un gran nivel.

También tenemos mucha, mucha actividad en lo que es teatro, pintores. Tenemos de todo en Bolívar y eso está buenísimo”.

UNA PELÍCULA ANCLADA EN LO SOCIAL

“La película dura 100 minutos. El largometraje tiene una altísima calidad técnica, sonora y a nivel de imagen.

La historia es la historia de una mamá que limpia casas, hace lo que puede. Cabeza de familia, tiene tres hijos, un niño de 11 años que va a la escuela primaria y dos niñas chiquititas que están en el jardín maternal. Viene todos los días, desde barrio Los Troncos,  cruza la rotonda y trae a su hijo, el más grande, a la escuela Nº 1. El conflicto es dentro de la escuela.

He filmado con un montón de niños y niñas, en el último año de la primaria, con un trabajo fantástico de los pibes. Mi hijo hace del hijo de Nadia, Gael, que en ese momento tenía 11 años y  que ahora anda por los 15.

La película es preciosa. La verdad que es hermosísima. Es muy difícil hacer una película que entretenga primero; segundo, si –además- sensibiliza y es un tema de debate, estás a tope y llegaste. Yo siento que llegamos a tope con un colectivo artístico, de técnicos, músicos, actores y actrices de Bolívar.

Esta película está anclada en lo social. Todos mis personajes son personajes mediocres, de pueblo, de abajo. Pero debajo de todas esas vidas, pasan muchísimas cosas, se mueven muchísimos dispositivos, mecanismos. La película transcurre en algo que es cotidiano, que es muy cercano a nosotros, que tiene que ver con el ser humano y con nosotros. La posibilidad de estar acá y de ver otras cosas, comprender significa también tratar de ponerse en la cabeza del otro, en la esfera del otro y sobre todo el que sufre”.

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La sutileza de las formas, una película conmovedora de principio a fin.