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15 de febrero de 2018

Tomás Morán: 'El trabajo del tambero es muy sacrificado'

Tomás dialogó con Zulema Duarte en el móvil de FM10 y relató las peripecias que sufrió el tambo que fundó su padre en 1933 y que ya es liderado por la tercera generación familiar

Toda una vida trabajando en el campo, y este año lograrán llegar a los 85 años en el que el tambo de Morán se ordeña todos los días.

En 1933 el padre de Tomás Morán comenzó la pequeña empresa familiar. Habían venido de España y tenían muchas expectativas en este nuevo proyecto, pero desgraciadamente él fallece a los pocos años y sus hijos de entre 5 a 10 años junto a su madre debieron mantener lo que ya se había logrado: “Ahí teníamos que dar una mano para poder seguir adelante.”

Así siguieron hasta el año 1950, donde pudieron comprar una pequeña porción de tierra en el campo, ya siendo todos los hermanos más grandes.

“Fueron años durísimos, pero salimos adelante.” Se siguió con el tambo y el reparto sin cesar durante 35 años, hasta que alrededor de 1970 se comercializó la leche pasteurizada, lo que los dejó sin la posibilidad de comercializar la leche cruda. “De vender y cobrar al contado en la ciudad, pasamos a vender y cobrar a los 60 días, y si nosotros la vendíamos a un peso, en la fábrica nos pagaban 60 centavos” Y agregó “Ahí retrocedimos parte de lo que habíamos adelantado en tantos años de sacrificio.”

Para cuando apareció la vaca overa, la que verdaderamente le sirve al tambo y la producción de leche, ya tenían su pedazo de campo propio.

Su hijo mayor, Alejandro Morán, se casó joven y decidió poner sociedad con él. “La tercera generación.” Como dijo Tomás orgulloso. Están diez años allí y cuando quisieron agrandarse lograron conseguir otro campo, donde están actualmente. “Llevamos 20 años y mi nieto que estudió veterinario, se sumó al tambo.”

Para el 2001 ya tenían todo terminando, peor hasta que los detakles finales estuvieran listos, ordeñaban en un precario galpón. El 13 de octubre apareció el gran tornado por la zona de Bolívar que destruyó silos y construcciones enteras: “La suerte para nosotros fue que se cortó la luz y le abrimos la puerta a las vacas para irnos a la casa. A los diez minutos en ese galpón no había quedado nada, y del nuevo que habíamos hecho tampoco. Y eso nos dejaba en cero de vuelta.”

De tornado Tomás aún tiene una vívida imagen: “Podías encontrar las chapas a cuatro mil metros.”

“Yo hubiera cruzado los brazos y hecho otra cosa, pero los ánimos del hijo joven y la señora, hizo que arrancáramos. Y a la semana estábamos ordeñando de vuelta.”

“La fabricas y supermercado se aprovechan del tambero porque es el único oficio que no podés hacer huelga, la vaca hay que ordeñarla y darle de comer todos los días. Si no, te fundís más pronto.”

“Es mentira cuando dicen que en Bolívar hay mucha gente que no tiene empleo, yo le digo a cualquiera que a esta ciudad le hace falta volver a poblar el campo, que ya cuenta con televisión, internet y celular. Para vivir hay que trabajar.”

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